26/6/11

la muerte y Nadia No

Y es que el tiempo, a veces, puede hacerle
más daño a la verdad que las mentiras.
Milorad Pavic


            Nadia No fue siempre muy reconocida, desde la primera infancia, por su incomparable talento para morir
            cuando Nadia todavía era una nena de trenzas y vestidos azules, moría hasta seis veces al día de maneras escandalosas y extravagantes, dejando al público paralizado de asombro y horror
            esta habilidad de Nadia No para terminar con su propia vida la llevaría a recorrer el mundo, colmándola de triunfos de los que pronto se hartaría
            una tarde, mientras Nadia le ataba los cordones de los zapatos a su padre, Domingo No, cuando ya estaba viejo y peinaba largos cabellos lacios que nacían en sus orejas, se hizo entre ellos un silencio duro como el vidrio que Nadia finalmente rompió con el martillo agudo de su voz: "Papá -dijo- nunca estuve enamorada de un hombre y nunca lo estaré, los días corren más rápido que mis pies"
            Domingo No gastó entonces su única muerte sin talento, dejándole a su hija algunas canciones tristes y un consejo que ella nunca escuchó; desde aquel momento, cuando Nadia No entraba en una habitación su presencia se hacía inevitable, todas las cabezas se daban vuelta, era imposible no prestarle atención
            por desgracia, Nadia No era víctima de las circunstancias y sonámbula en las noches de luna llena, bajaba las escaleras caminando con las manos y nadie había visto jamás las palabras que llevaba escritas detrás de la oreja
            “¿qué sentido tiene andar por los rincones recitándose la propia historia?” se preguntaban los que conocían a Nadia, pensando en ella a escondidas
            a veces Nadia No se desordenaba, el ciclo del sueño se interrumpía y sus hábitos alimenticios se trastornaban; en esos momentos reinaba la desorientación, rayaba jabón para las ensaladas y su almohada de plumas parecía un enjambre de espinas
            Nadia No decidió viajar en barco para adiestrar a sus famosos gallos de riña, que eran dos, de crestas coloradas y elegantes,  y se llamaban Ansiedad y Compulsión; salía a cubierta solo por las noches, para lo que contrató un músico trompetista que soplaba aire salado como el mar a través de su instrumento, porque así la música suena mejor; en ese viaje Nadia descubrió lo inevitable: que el éxito coronaría todos sus emprendimientos; y Nadia estaba dispuesta a pedir ayuda pero tardaría toda la vida en aprender a recibirla
            la última noche de su viaje el músico murió ahogado al aspirar el agua del mar a través de su trompeta; Nadia se despojó de un par de lágrimas y ordenó arrojar el cuerpo por la borda, mientras cantaba las canciones tristes que su padre le enseñó; guirnaldas de luces verdes, amarillas y naranjas la esperaban en el puerto contra un cielo revuelto de tormenta, así es que Nadia hizo alfombrar con papel de arroz todo el camino desde el barco hasta su habitación, para no pisar la tierra mientras sonaran los truenos; los testigos aseguraron aquel día que Nadia No era incapaz de dejar una huella al caminar descalza, y que su sombra siempre avanzaba por delante, incuso cuando caminaba hacia la luz
            algún tiempo después su padre y el trompetista se presentaron en su puerta disfrazados de demonios, esperando una invitación para tomar el té y jugar a las cartas; Nadia No los recibió con todo tipo de atenciones mientras evaluaba la posibilidad de asesinarlos por la espalda, pero finalmente desistió; prefirió ejercer su talento para la muerte y desconcertarlos, lo que logró con total facilidad, ya que nunca volvieron a molestarla y todo el episodio se olvidó
            Nadia No nunca aprendió a esperar, pero no le quedó más remedio; sentada, puso sobre sus piernas cruzadas la mano derecha y, sobre su mano derecha, la mano izquierda: encendió el motor de los suspiros, miró melancólicamente por la ventana y se desvaneció

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impactante. Me encantaron las imágenes. Muy loco, y por qué no poético, el trompetista ahogado tragando agua a través de su trompeta. Clap clap! Genial.

Nadia No debía de tener algo de Shao Lin en su interior. Pasó la prueba del papel de arroz. Lo que no sé es si caminó por algún muro sin ser vista. Pero bueno, al menos se desvaneció.

Claro, no podía ser de otra manera. El padre ERA ese demonio. Al menos así lo debía ver Nadia, pobre.

Excelente! Felicitaciones.

antesdei dijo...

genial, agradable al leer, cosa gustante!

saludos!

http://antesdeintento.blogspot.com/