18/1/09

Algunas breves...

1.
Los libros también pueden ser condenados en razón de sus lectores.
¿Cómo dice? ¿Qué el autor tal es leído con fruición por las venerables veteranas de la sociedad católica de comadronas conjuradas contra la felicidad de los jóvenes?
Evidentemente el autor tal no merece la inversión de nuestro tiempo en la lectura de sus obras.
No alcanza con estar alfabetizados para saber leer y escribir.

2.
Con el cambio de expresión quedó en evidencia. Una lenta y cuidada recolección de información y su posterior evaluación, atenta y racional, la había llevado a la inevitable conclusión de que estaba loco.
Y ahí estaban encerrados a miles de kilómetros del contacto humano más cercano. Sin medios de comunicación. Aislados.
Ella levantó el arma mientras desayunaban y le disparó. Dos veces. En el pecho.
Inmediatamente comenzó a dudar de sus propios procesos mentales.

3.
Al primer rey se le presentó un genio – algunos dicen un “demonio” – la noche de su coronación, y le concedió un deseo: “quiero saber – dijo el rey – la forma, el lugar y el momento de mi muerte, y que así puedan saberlo también todos mis descendientes en el día de su coronación.”
El deseo fue concedido.
Durante más de doscientos años los reyes de aquella dinastía recibieron, al ser coronados, la misma noticia: “serás asesinado por tu primogénito”.

4.
País: sustantivo abstracto imposible de circunscribir y mentalmente inabarcable que delimita la zona de influencia de los parásitos autodenominados “funcionarios públicos”.

5.
Mientras miramos idiotizados cómo se sonríen y hacen monerías por T.V., ellos nos meten las manos en los bolsillos y nos vacían hasta el alma. Vemos sus películas, jugamos sus juegos, ingerimos su publicidad, deseamos todo lo que ellos tienen, pensamos todo lo que ellos piensan, mientras ellos nos sacan lo único que nos flata - el dinero - y nos restan lo que cada vez tenemos menos - la inteligencia.

6.
Toda oposición violenta es funcional a aquello a lo que se opone. Toda indiferencia frente al enemigo también es una forma de colaborar con él.

7.
¿Sabe qué pienso? Que todo lo que está puesto y funcionando en este mundo no puede hacer otra cosa que empeorar.
En ese contexto ¿qué posibilidades tenemos?; sobrevivir es la única alternativa, y si hiciera falta pisarle la cabeza al vecino no encontraría argumentos que me detuvieran.

8.
¿Por qué cuidamos con tanto empeño esta vida que nos toca y que es tan pequeña, frágil y sin importancia? ¿Por qué tanto esfuerzo para sostenerla y preservarla? ¿Por qué nos preocupamos en alimentar esta ínfima candela que no alumbra más allá de nuestra naríz, a lo largo de nuestro camino indefectible hacia la desintegración absoluta?

9.
Las sociedades civiles recluyen la sangre y la muerte (en hospitales, morgues, obras sociales, etc.) por la misma razón que no se le da de comer carne cruda a un perro: para evitar que se pruebe un sabor tentador que provoque la necesidad de repetir la experiencia.
Acostumbrados a no experimentar el odio, vivimos como si realmente fueramos incapaces de odiar. Las pocas y esporádicas veces que se presenta no sabemos cómo manejarlo ni encauzarlo, nos corroe por dentro y nos perjudicamos más a nosotros mismos que al objeto de nuestra ira.

10.
Evidentemente, al ser la realidad aquello que asumimos como tal luego de un continuo ejercicio de determinadas reglas racionales, en cuanto violentamos esas reglas, en cuanto violamos nuestros propios hábitos mentales, sentimos que la realidad se desprende de nosotros.
Porque la ley es una escritura que se impone al mundo, pero sólo los hombres temerosos de la ley aceptan esa imposición como válida.