28/1/10

snorkel


Encendió otro cigarrillo pensando, por centésima vez esa mañana, en dejar de fumar. Eran las siete y media, segundo miércoles de agosto, lloviznaba y hacía frío, y arreciaba el viento. Llevaba en la fila unos cuarenta minutos, tal vez menos, pero la espera de la gente que busca trabajo multiplica el tiempo. Había unas veintitantas personas aguantando a pié firme en la vereda, todos deseaban con el alma irse a cualquier otra parte del mundo.

Una esbelta empleada, uniforme azul y pañuelo blanco al cuello, iba y venía a lo largo de la fila, hablaba cada tanto con alguien, explicaba las causas de la demora, nadie le prestaba atención. De la recepción del hotel salió un tipo recién afeitado, todo sonrisas y capacidad de mando, buscando a la empleada de uniforme. Entraron y al rato ella volvió a salir con una resma de papel bajo el brazo. Formularios de bacante. Los repartió lenta pero eficientemente entre todos los aspirantes al destacado puesto de repositor de supermercados.

Evitar que el papel lamentablemente fotocopiado se empapara con la llovizna era una tarea desalentadora. Octavio, incómodo, aterido y de pié, llenó su formulario mezclando los datos obvios con las mentiras de siempre. La sola intuición de la entrevista en la que pudiera desembocar toda aquella espera, todo aquel trámite, lo ponía nervioso. La sarta inagotable de lugares comunes y situaciones repetidas era para enloquecer a la más potente de las estructuras psíquicas. Sin embargo, uno de los ítems finales en el formulario lo desconcertó. El título indicaba “Observaciones”, y un comentario lo detallaba: “En el caso de reunir aptitudes o talentos que Usted crea relacionados con el puesto, explíquelos detalladamente aquí”.

En los renglones dedicados a las observaciones, Octavio escribió:

“A lo largo de los años he desarrollado, estimulado por el placer egoísta que suelo obtener, una gran habilidad en la práctica de lo que muy higiénicamente se denomina cunnilingus.

Mi dedicación al sexo oral, específicamente al que se aplica sobre la vagina, es devota y absoluta. Siento por esta forma de estimulación de la mujer una predilección incomparable, y de ella obtengo las gratificaciones físicas y espirituales más inconfesables.

Alentado por esta predilección, he aprovechado cada oportunidad para explayarme y solazarme chupando, lamiendo, frotando y mordiendo los genitales femeninos tanto como he podido, incluso hasta saturar y aburrir, hasta resultar tedioso y repetitivo. Les he cantado canciones, les he contado historias, me los he tragado, aspirado y suspirado, los he examinado detenidamente, los he palpado, los he abierto y los he cerrado. Reconozco sus latidos, sus humedades, sus inflamaciones, sus infinitas tonalidades, sus concavidades y sus sabores. No dudaría al afirmar que he visitado más veces los genitales femeninos con mi cara que con mis propios genitales.

Las mujeres son siempre diferentes en todo lo referente a los asuntos sexuales. Con el tiempo desarrollé un marcado favoritismo por aquellas que saben apreciar la calidad de un buen cunnilingus. Algo en la piel, algo en el aire que rodea a estas mujeres, en sus gemidos y en sus convulsiones, se carga de una potencia incomparable cuando son chupadas, lamidas, frotadas y mordidas. Zambullirme en ellas, untarme con sus fluidos, palparlas con los ojos, con la barba, ensalivarlas, recorrerlas por dentro con la lengua, no encuentra comparación con ninguna otra cosa conocida.

La vagina me despierta por asociación la idea del snorkel: un aparato hecho para la cara, para la boca y la nariz y para los ojos; podría respirar en ellas, y a traves de ellas, sin riesgo de perder la vida.

El sexo oral es un camino que conduce a la expansión del espíritu. Wǔ Zhào, conocida póstumamente como Wǔ Zétiān, única emperatriz de la China, obligó por decreto del imperio a todo aquel dignatario que la visitara a practicarle el cunnilingus. El “Cantar de los Cantares”, según las más versadas traducciones, también lo menciona: “tu vulva es un cántaro, donde no falta el vino aromático”; los pudorosos reemplazan “vulva” por “ombligo”, lo que no tiene ningún sentido. Según el Tao, la ingesta de los jugos vaginales permite incrementar el ch’i.

En comparación con todo esto, un miembro duro, recto y uniforme que entra y sale de un agujero me parece muy poca cosa. La prueba está en lo fácilmente que la vagina puede reemplazarse, para el pene, con la boca y con el ano, sin importar que estas cavidades alternativas pertenezcan o no a una mujer.

Pero la vagina es un misterio insoluble, uno que jamás perderá atractivo. En su órbita el deseo sigue siempre virgen, siempre arrollador. Toda mi experiencia es inútil cada vez que se presenta una nueva oportunidad de ponerla en práctica, y esta incertidumbre renovada es la que hace progresar al talento.

Claro que, para ser sincero, no veo de qué manera este talento pueda relacionarse con el puesto que la empresa ofrece, pero no quería dejar la casilla en blanco. Si ustedes fueran capaces de encontrarle alguna aplicación práctica, yo estaría dispuesto a trabajar sin remuneración salarial de ningún tipo.

Atte. Octavio.”

La chica del uniforme azul y el pañuelo blanco recorrió la fila reuniendo las planillas. Octavio escribió sus últimas líneas mientras ella, parada a su lado, esperaba con ansiedad y alguna cuota de fastidio. Le dio el papel pero, cuando ella lo agarró, todavía lo sostuvo un segundo, mirándola a los ojos. Finalmente la dejó ir. Ella volvió a entrar al lobby del hotel y Octavio abandonó la fila encendiendo otro cigarrillo.

3 comentarios:

g. dijo...

muy divertido, viñao, ese muchacho deberia probar en la industria del porno.
salut!

Antónima dijo...

A la pelota! Bastante descriptivo Octavio eh! Y bueno, si lo ves por ahí decile que las mujeres apreciamos el arte en el que se especializa, totalmente.
Beso!

MARIA PIA DANIELSEN dijo...

Este es el primero de tus cuentos que leí hace 4 meses. Todavía me acuerdo, lo que habla bien de el.
Si la que contrata leyendo los formularios es mujer:posta, Octavio consigue el laburo!! Saludos