26/5/11

matemos a las ballenas

               Me obligan a escribir sin ganas, un post que no quiero escribir.
            No encuentro nada más desagradable que un desmentido. Las falsas acusaciones sólo se sostienen en la imaginación de los mediocres, y los mediocres no merecen respuesta. Pero, como siempre sucede, me ponen en una encrucijada: me acusan peyorativamente de lo que a mi me parece un logro, un acierto, y no me parece justo (para con los verdaderos autores de ese logro) que me adjudiquen un mérito que le corresponde a otro.
            Veamos: durante años me acusaron de ser puto. ¿A quién se le puede ocurrir “acusarte” de puto? Evidentemente a un retrógrado incivilizado. En mi opinión, si te acusan de puto la única respuesta posible es “si, me la morfo hasta el final”.
            Desde que me acusan arbitrariamente de ser el autor de matemos a las ballenas me encuentro en esa misma encrucijada: responder que “no, yo no escribo ese blog” es lo mismo que decir “no, yo no soy puto”, cuando no encuentro ningún inconveniente con ninguna de las dos cosas, y no puedo bajo ningún aspecto aceptar el matiz peyorativo de la acusación. En el caso de los putos, no son ellos precisamente quienes necesitan que se los defienda de nada; pero el caso de matemos... es diferente, porque no quiero llevarme un laurel que no es mío.
              Si, estoy de parte de los que creen que matemos... es un blog excelente, más allá de cualquier debate que podamos sostener sobre el asunto del anonimato con que se realizan sus publicaciones. Por eso me di el lujo de publicar un post (firmado) en ese blog, con el permiso de sus autores, a quienes contacté por mail. A quien le interese leer ese post lo puede hacer aquí mismo en Costa Negra (donde también está publicado) bajo el título malcogidos.
           
            Los post de matemos... alcanzan en algunos casos más de doscientos cincuenta comentarios de lectores, e invariablemente se transforman en tema destacado de las camarillas marplatenses, tan propensas al puterío y el chisme. Ese dato es suficiente, por sí mismo, para sostener que el blog es una genialidad absoluta e indiscutible.
            Pensemos esto: un tipo escribe mil palabras al amparo del anonimato, explayándose sin ninguna justificación en una sarta de barbaridades más o menos absurdas; por lo demás, ese mismo anonimato invalida cualquier argumento que se sostenga en el texto. Esto es: las notas en el blog no tienen ningún sustento formal, son nada más que diatribas mordaces e impunes, un juego (si se quiere) que nadie pretende sostener como alegato verdadero en contra de las “pobres víctimas” que allí son tratadas con “semejante escarnio” (y que de paso obtienen una buena porción de publicidad gratuita).
            Entonces tenemos a este autor anónimo que invierte una hora, quizás dos, en su artículo de mil y pico de palabras. Eso, señoras y señores, es sólo la mitad del blog. La otra mitad viene a completarse con esa infinita retahíla de comentarios incoherentes, resentidos y descerebrados que procura en abundancia una parte de los lectores. Si se me permite, debo decir que jamás encontré escritores tan esmerados como esos, capaces de invertir en su delirio contestatario mucho más que una o dos horas de sus vidas. Brutos, violentos fuera de toda broma, ineptos a la hora de argumentar (¿cómo puede alguien reprochar el anonimato desde el anonimato?), son los únicos que se toman a pecho el blog. Son sus más fieles seguidores y, con su carácter reaccionario y sus amenazas, también son una justificación permanente para el anonimato de los verdaderos autores. Por mi parte, como lector de matemos..., los considero una fuente de infinita diversión. 
           
            Según el clima y las condiciones atmosféricas, en esos comentarios se adjudica la autoría del blog a distintas personas; el que suscribe es sólo uno entre los muchos a quienes se "acusa" de escribir matemos... ¿Qué decirle a estos detractores que hacen tanta gala de no entender absolutamente nada? A esa gente le digo: si, soy puto, drogadicto, mentiroso, ladrón, violador de niños y cada tanto, cuando el hampa y mis actividades delictivas me lo permiten, escribo matemos a las ballenas.


6 comentarios:

paula dijo...

Sabés que te re banco en estos términos y tantos otros. Pero no hagas que tu blog deje de ser literario, para que se jodan los mediocres y sigan disfrutando los de matemos..., los que los bancan y demás especímenes retrógados, deprimidos y molestos que hay en el mundo.

g. dijo...

grosso post, aunque sí, no es tal literario y blablabla.
yo te banco loco.

Alejo Salem dijo...

Con el debido respeto: que la sigan chupando...

Carolina Bugnone dijo...

en esta oportunidad, considero que tal vez el post sea más pasto para estas vacas. si bien acuerdo con el contenido (además también me involucran), no creo que sea necesario contestar. al menos yo no voy a seguir ese jueguito. vamos, no merecen nuestras palabras. nos vemos!

Gonzalo Viñao dijo...

Caro: consideré detenidamente lo que vos decís antes de escribir el post, pero al final lo que me interesó fue (más que contestar acusaciones sin fundamentos) dejar en claro que el mérito de matemos a las ballenas no me pertenece. "Noblesse oblige".

Carolina Bugnone dijo...

Ok, buen punto. Cambiás el punto de vista ("el punto de vista crea el objeto", Ferdinand de Saussure). Ah, aunque discrepo te banco igual, sólo quería dejar sentada mi posición.