“Mi mano toma un papel, lo arruga convirtiéndolo en un perfecto bollo, lo tira hacia arriba, con destreza lo vuelvo a agarrar, repito el movimiento una y otra vez, extasiado con mi nueva habilidad.”
H.R. Cuenya, Bollo
quiero decirte algo, hace mucho que lo pienso, pero cada palabra que pronuncio me lo reprocha
es muy parecido a pasarse demasiado tiempo en una habitación sin ventanas, haciendo rebotar una pelotita de goma contra la pared, sentado contra la pared de enfrente que no queda muy lejos, y el tutúc tutúc de la pelota es el único ruido del universo, y en la cabeza se empieza a mezclar con los golpes de la sangre en los oídos; una habitación sin muebles ni distracciones
en el orden estadístico lo que te salva es el hambre; en sentido literal, el hambre que te pone de pie y te hace caminar hasta la heladera, hasta el almacén, hasta el trabajo todos los días, hasta la jubilación, hasta la tumba, siempre marchando, siempre en movimiento, lejos de cualquier habitación sin ventanas donde hubieran quedado las tristezas más o menos inmediatas que intentaran detenerte, pero sin éxito, porque el hambre es más fuerte
en el orden metafórico el hambre se manifiesta de maneras distintas, según las circunstancias; es el mecanismo perfecto, una relojería infinita para un trabajo infinitamente complicado: cuando el hambre real se calma no hay que volver a la habitación, hay que mantener ese espíritu del hambre puesto en otro lado, en alguna otra cosa, algo que lo contenga y que le dé forma, por eso la metáfora es la pieza más compleja de nuestra ingeniería, porque no tiene nada que ver con la literatura, es el engranaje fundamental de todo nuestro comportamiento
sin metáforas seríamos una multitud silenciosa en habitaciones solitarias rebotando contra las paredes, pero no somos eso, no, no todos al menos, o sí lo somos, porque tal vez entre cualquier manifestación del deseo y el tutúc tutúc de la pelota no haya diferencias, serán lo mismo, representado con metáforas diferentes…
suceden dos cosas, no se cuál convenga explicarte primero
los golpes de una pelota de goma sobre la palma de la mano que la lanza y la atrapa en cada ocasión, son en apariencia los golpes más inocuos que puedan imaginarse, pero tienen la virtud, a largo plazo, de transformar el corazón en cenizas, muy lentamente, sin que te des cuenta, sucede de a poco, por acumulación de impactos, con máxima discreción
cada vez que se lanza la pelota se tiene plena conciencia de estas consecuencias devastadoras, como al encender un cigarrillo o faltar al dentista, pero es imposible detenerlo, podría suceder el apocalipsis definitivo y yo seguiría tirándole a la pared con mi pelota, perpetuamente, tutúc tutúc…
porque las metáforas no funcionan, le pasó algo a este mecanismo tan delicado, y no queda nada que nos mueva, que nos saque de la parálisis, de la abulia, de la apatía; porque las metáforas cumplen con su trabajo sólo en el caso de que no las vean, y en este punto su celo es extremo, como Diana y las ninfas a la hora del baño, el impúdico infractor de esa intimidad deberá caer atravesado por una flecha ciega, inmediata, y en el excepcional caso de su huida, deberá pagar el precio de la hybris y exiliarse del mundo de los hombres, donde las metáforas continuarán con su trabajo en silencio
entonces, lo que te quiero decir
es que contra todo lo esperable, en un momento impensado y desconcertante, se desmoronó ese universo de las metáforas y los puntos de vista, y estabas vos sola parada ahí, entre las ruinas, desnuda porque la desnudez te llegaba desde mis ojos, y eras la mujer perfecta
ahora no queda nada que me saque de mi habitación
el mundo es esta pelota
lo tiro contra la pared
y vuelve
3 comentarios:
Vale, escribes de puta madre
"Héroes, (la segunda novela de Ray Loriga) cuenta la historia de un chico que se encierra en una habitación para vivir fuera del mundo y dentro de las canciones.(...) No le interesa la madurez, es una estrella y no saldrá de la habitación hasata convertirse en un ángel".
Lo que le ocurre es que no tiene ninguna pelota de goma sobre la que rebotar en la pared pulsiones y sentimientos
qué lástima que ese comentario sea anónimo, me muero de intriga por saber quién leyó "Héroes" de Loriga!!!
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