29/6/11

Lorenzo

el cangrejo ama su hogar con un
respeto rayano en la reverencia
Linda Goodman   


            La tristeza de las noches largas empieza con lluvia, un día de frío espantoso, cuando todavía guardamos el último recuerdo del verano, pero el invierno se estira indefinidamente y nos sentimos más solos que nunca.
            Y a las siete de la tarde, después de dos horas de crepúsculo en progresión envolvente, con la luna fría y chata que muestra el ojo indiferente desde una corona de escarcha, se desencadena la tristeza de las noches largas.
            Una de esas noches Lorenzo vuelve a casa y encuentra un flete en la puerta, dos peones embalando sus muebles. No los suyos en sentido estricto, sino los de su esposa. El fletero y el ayudante parecen cansados y la camioneta está muy cargada, pero trabajan apurados, todavía tienen para un buen rato, dan la impresión de estar atrasados o que responden a órdenes de último momento. Lorenzo entra a su casa esquivando gente, preocupado por las plantas, calculando la distancia entre las piernas que pasan y las ramas.
            Busca a Ana. Toma conciencia del siguiente dato de agenda: “seis meses de casados”, y la encuentra trabajando afanosamente, en apariencia relajada, o tensa de una manera muy contenida, distante, parada en el espacio vacío que usualmente ocupaba una mesa. No puede mirarlo a los ojos, aunque de vez en cuando lo intenta. Y no quiere discutir, es lo primero que dice. ¿Qué estás haciendo? pregunta Lorenzo.
            Lorenzo se acuerda de la voz de Ana: “me voy”, y se acuerda también de que no esgrimió ningún tipo de argumentos porque le pareció innecesario, lo dejarían para otro momento, cuando pudieran hablar tranquilos. Pero de esto último es incapaz de dar testimonio fidedigno. Su facultad de almacenar recuerdos, mientras él estaba de pie en la cocina de su casa mirando por la ventana, sufrió un golpe inesperado, y desde entonces todo es difuso y carece de lógica o sentido.
            Está seguro, por ejemplo, de haber hecho algún tipo de reclamo, pero también de manera muy contenida y un poco distante. Lorenzo vivía en un estado de sublevación permanente, debido a ella; no la podía acusar de provocarlo intencionalmente porque Lorenzo perdía el control de si mismo con su sola presencia. Entonces la tristeza de las noches largas lo encontró desprevenido, incluso un poco enojado. Tal vez enojado con Ana, pero con Lorenzo nunca se sabe.
            Lorenzo no puede ver las piernas de su mujer, ella está muy abrigada porque es invierno y llueve de a ratos, con viento, una lluvia fría y delgada que corre sobre los vidrios de la cocina. Lorenzo no puede ver el tatuaje del escorpión en la pierna de su mujer, el dibujo que ya conoce: un escorpión chiquito, tan raro y difícil de adivinar que nadie descubre qué es sin preguntar. La primera vez que lo vió Lorenzo pensó que era un hombre bailando, o una araña. No recuerda que ella es de escorpio, por ejemplo, hasta mucho más tarde. Y cuando ya es tarde todas las cosas adquieren dimensiones fantásticas a la luz del recuerdo. Así trabaja la memoria de Lorenzo desde entonces, enredada en infinitos detalles que se multiplican y proliferan, sin terminar de encajar nunca en alguna figura más amplia. Una vez él preguntó y Ana le dijo “es un escorpión”, y tampoco dio mayores explicaciones.
– Fue increíble mientras duró –dijo Ana, tal vez, tal vez no–, te voy a amar siempre.
– Es increíble –pensó o dijo Lorenzo– que pueda desaparecer en el aire.
            Lorenzo ayudó a cargar algunas cajas, a separar vajilla, a envolver cuidadosamente algunas plantas. La cantidad de impedimenta abandonada hacía pensar en las huidas desordenadas que César refiere sobre los ejércitos Galos. Se abrazaron un rato largo en silencio. Se besaron. Ana dijo, o Lorenzo quería que dijera, o los dos necesitaban escuchar que volverían a verse. Lorenzo cree que los dos lo deseaban sinceramente. Por momentos sospecha todo lo contrario.
            En cuanto estuvo todo listo se fueron, Ana y los tipos del flete, sin grandes despedidas. Con la casa a medio despojar Lorenzo preparó mate y se sentó en la única silla del jardín.
            Semanas después, Ana mandó una larguísima carta que Lorenzo nunca leyó.


26/6/11

la muerte y Nadia No

Y es que el tiempo, a veces, puede hacerle
más daño a la verdad que las mentiras.
Milorad Pavic


            Nadia No fue siempre muy reconocida, desde la primera infancia, por su incomparable talento para morir
            cuando Nadia todavía era una nena de trenzas y vestidos azules, moría hasta seis veces al día de maneras escandalosas y extravagantes, dejando al público paralizado de asombro y horror
            esta habilidad de Nadia No para terminar con su propia vida la llevaría a recorrer el mundo, colmándola de triunfos de los que pronto se hartaría
            una tarde, mientras Nadia le ataba los cordones de los zapatos a su padre, Domingo No, cuando ya estaba viejo y peinaba largos cabellos lacios que nacían en sus orejas, se hizo entre ellos un silencio duro como el vidrio que Nadia finalmente rompió con el martillo agudo de su voz: "Papá -dijo- nunca estuve enamorada de un hombre y nunca lo estaré, los días corren más rápido que mis pies"
            Domingo No gastó entonces su única muerte sin talento, dejándole a su hija algunas canciones tristes y un consejo que ella nunca escuchó; desde aquel momento, cuando Nadia No entraba en una habitación su presencia se hacía inevitable, todas las cabezas se daban vuelta, era imposible no prestarle atención
            por desgracia, Nadia No era víctima de las circunstancias y sonámbula en las noches de luna llena, bajaba las escaleras caminando con las manos y nadie había visto jamás las palabras que llevaba escritas detrás de la oreja
            “¿qué sentido tiene andar por los rincones recitándose la propia historia?” se preguntaban los que conocían a Nadia, pensando en ella a escondidas
            a veces Nadia No se desordenaba, el ciclo del sueño se interrumpía y sus hábitos alimenticios se trastornaban; en esos momentos reinaba la desorientación, rayaba jabón para las ensaladas y su almohada de plumas parecía un enjambre de espinas
            Nadia No decidió viajar en barco para adiestrar a sus famosos gallos de riña, que eran dos, de crestas coloradas y elegantes,  y se llamaban Ansiedad y Compulsión; salía a cubierta solo por las noches, para lo que contrató un músico trompetista que soplaba aire salado como el mar a través de su instrumento, porque así la música suena mejor; en ese viaje Nadia descubrió lo inevitable: que el éxito coronaría todos sus emprendimientos; y Nadia estaba dispuesta a pedir ayuda pero tardaría toda la vida en aprender a recibirla
            la última noche de su viaje el músico murió ahogado al aspirar el agua del mar a través de su trompeta; Nadia se despojó de un par de lágrimas y ordenó arrojar el cuerpo por la borda, mientras cantaba las canciones tristes que su padre le enseñó; guirnaldas de luces verdes, amarillas y naranjas la esperaban en el puerto contra un cielo revuelto de tormenta, así es que Nadia hizo alfombrar con papel de arroz todo el camino desde el barco hasta su habitación, para no pisar la tierra mientras sonaran los truenos; los testigos aseguraron aquel día que Nadia No era incapaz de dejar una huella al caminar descalza, y que su sombra siempre avanzaba por delante, incuso cuando caminaba hacia la luz
            algún tiempo después su padre y el trompetista se presentaron en su puerta disfrazados de demonios, esperando una invitación para tomar el té y jugar a las cartas; Nadia No los recibió con todo tipo de atenciones mientras evaluaba la posibilidad de asesinarlos por la espalda, pero finalmente desistió; prefirió ejercer su talento para la muerte y desconcertarlos, lo que logró con total facilidad, ya que nunca volvieron a molestarla y todo el episodio se olvidó
            Nadia No nunca aprendió a esperar, pero no le quedó más remedio; sentada, puso sobre sus piernas cruzadas la mano derecha y, sobre su mano derecha, la mano izquierda: encendió el motor de los suspiros, miró melancólicamente por la ventana y se desvaneció

20/6/11

final de fiesta

           Después de poner a prueba la paciencia de algunos de mis amigos durante un mes o más, anoche finalmente nos juntamos a festejar el 4to cumpleaños de este blog, saturando a los lectores que nos vieron, del otro lado, vía facebook y twitter, hasta casi las cinco de la mañana.
            Hay quien espera del instigador de este complot la pasada en limpio y algunas conclusiones, hagamos el intento y seamos breves: que ya rompimos las bolas lo suficiente con todo esto.
           
            Los textos y los invitados: no tengo más que agradecimiento para todos los que vinieron a casa a escribir para Costa Negra. Confieso que el ‘clima de fiesta’ de anoche (descontando la parte del alcohol y demás intoxicaciones) fue muy particular; muchos de los que ayer participaron no se conocían previamente y en algunos casos tal vez no se vuelvan a ver, ninguno tenía idea de cómo se supone que funciona el cumpleaños de un blog, así que fuimos inventando sobre la marcha, y –para hacerse una idea más exacta– hay que tener en cuenta la calidad de este material humano.
            Todos conocemos esa clase de gente que en una fiesta, por lo general, se dedica a “rinconear”, esto es: se quedan por ahí en los rincones mitad con ganas de participar, mitad con ganas de desaparecer, siempre apartados y oscurecidos, marginales de la felicidad estándar. No exageremos, nada de freaks raros y mal llevados, nada de confabuladores misteriosos, nada de psicópatas imprevisibles, anoche se me llenó la casa de gente que generalmente no se siente cómoda entre la gente, que no le encuentra ninguna gracia a lo que se conoce como “una fiesta” y que pasa los sábados a la noche (en este caso domingo) gastando la esperanza de que las cosas funcionen de otra forma, de alguna forma más interesante, incluso sin saber qué haría falta para que funcione.
            Entonces sucedieron dos cosas interesantes. En primer lugar, una fiesta compuesta esencialmente por estos “rinconeros” en la que no se vio gente extraviada y sola por los rincones. No hubo carnaval carioca, no hubo viejos borrachos vomitando en el patio, no hubo trompadas ni alardes de personalidad. Lo que sí hubo, la otra cosa interesante, fue gente escribiendo. Porque básicamente eso fue lo que hicimos anoche: hasta quince personas escribiendo en simultáneo, sentados por todos lados, en el piso, en las camas, con dos o tres computadoras circulando de mano en mano, en cuadernos, en papeles sueltos.
            Durante la mayor parte de la velada, armar los posteos en un formato decente ocupó el total de mis (en ese momento mermadísimas) facultades, no pude prestarle mucha atención a nadie, pero tampoco hizo falta: abrir y cerrar la puerta para los invitados, disponer de la cena y las bebidas, distribuir sillas, todo se fue resolviendo con un poco de buena voluntad a medida que cada uno se concentraba en lo importante: escribir.
                  El resultado de todo esto fueron los post que se leyeron en Costa Negra a lo largo de la noche. Personal e inevitablemente algunos me gustan más que otros, y sé (por algunos comentarios que recibí) que del otro lado sucede lo mismo. En este sentido, mi conclusión final: tenemos toda la vida para ser mejores escritores, y a eso nos dedicamos, incansablemente, con mayor o menor éxito, mientras los días se nos van escapando en la corriente de las trivialidades; anoche nos apartamos por un rato de esa corriente, y más allá del resultado literario que hayamos obtenido, creo que este éxito es válido en si mismo.
            Y si esto no fuera suficiente, porque siempre viene bien un guiño de la realidad para las iniciativas emprendidas y empeñadas, un dato final: con esta maratón de publicaciones multiplicamos por cuatro el promedio histórico de visitas diarias a Costa Negra, superando los 460 lectores en 24hs. 
























En esta caja...*

*Ana Luz Mazza

En esta caja, en estas cuatro paredes, celebrando la procreación de hermanas negras, de primas, sobrinas, mayúsculas imprentas, minúsculas cursivas, intentando sobrevivir al ahogo de las emociones, buscando un quiebre superior, un halo de claridad. Manos aletean en busca del ascenso, pies patalean buscando aterrizar, ahí dentro, encerrados, encerradas las hermanas, las primas, sobrinas, de todos los tamaños, todas ellas intentando ordenarse en línea recta, en el papel, en el espacio virtual que tan alejada como cercanamente compartimos.
Acá, en esta caja, en estas cuatro paredes el uno que es uno celebra con todos que son unos tratando de ser muchos, pero siguen siendo unos. Mundos ajenos y propios intentando confluir en uno solo. No, no se puede, mi familia es mía, estas son mis minúsculas, acá las vomito, podés leerlas pero no son parte de tu mundo, celebro tu procreación, celebro tu creación, te celebro con mis minúsculas, te celebro en esta caja de cuatro paredes, te celebro así, no existe otro modo, llueven letras y no las puedo ordenar.

http://analuzpalabras.blogspot.com/

Celoso Pokemón

*Pablo Di Iorio


Caracol sensual redondo espongoso
I love you yes I do aceitoso
espiralado sutil salado pringoso
paciente optimista natural espongoso.

Caracol caparazón del mar profundoso
dulce aromático rosa amoroso
monofónico especial californiano sabroso
verano caribe fricción caluroso.

Sobre una hoja de aloe vera
bajo un arroyo pinchoso espumoso
corazón burbuja de tinta china
crustáceo amor sinuoso espongoso


http://www.paulhigh.blogspot.com/

Tengo un acantilado...

*Mariana Garrido

Tengo un acantilado de arena en el bolsillo derecho. Quería que seas eso, y enterrarme hasta las rodillas en él,  hasta quedar inmóvil y sacar una pala del bolsillo izquierdo, para comenzar a juntar arena y mas arena, amontonarla hasta cubrirte y que cada grano de arena sea una estrella perdida en el espacio, en la vía láctea o en cualquier lácteo de la góndola de supermercado, con el frío que se escapa y te llevás con vos cuando te alejás de la heladera. Pero el frío está con vos, en tu ropa, está con vos en la heladera, en el espacio y en los cuarenta y dos grados de sensación térmica que golpean en la playa y se espeja en tu piel quemada, en las células que mueren calcinadas debajo de tu protector solar, y sus restos que se van a ir en la rejilla de la ducha, o se convertirán en siamesas de las partículas de sal, en el agua del mar que va a calmar la piel hervida, llena de la sal que te faltaba, y el salero que me llevo en la cartera desde entonces a cada restaurante o cada casa, por si falta en alguna mesa, o en el picnic que vamos a hacer al borde del acantilado de arena, y no va importar si llueve, si la heladera quedó abierta, si el protector está vencido, si la costa es negra. Mañana la marea va a subir, cada grano de arena va a estar formando una constelación distinta, la rampa de un castillo al sol junto a un nene que dejó su yogurt a medio comer, mezclándose con la cal del edificio que todos vamos a ocupar y derribar, fingiendo ser sal debajo de la espuma.

http://borronyversonuevo.blogspot.com/

el domingo...

*Fernanda Orellana

El domingo suele ser siempre triste, siempre oscuro, siempre gris. Siempre terminando con el término de los finales, de esos que nunca más. De esos que mañana empieza otra vez. De esos que mañana lunes. El eterno retorno de los días hasta el fin final de todos los tiempos.

Pero hoy hay fiesta y mañana es feriado. no es un domingo más. La fiesta de las fiestas en las que no hay baile pero sí alcohol; no hay apriete sino sólo de las teclas. y diálogo, y escritos y risas y quejas de la ciudad, del frío y fiesta de la mala leche…de costa negra. Y la auto burla de la no diversión. Escribir algo improvisado, entre risas e ideas y propuesta es muy difícil para quien, como yo, no escribe, o no lo hace asiduamente. Sólo se me ocurre decir que hace falta gente buena, gente afable; buena leche se necesita para hacer la fiesta de la mala leche, y reir, y compartir.

Y ella dice que no tiene que haber intervención. Dice que la canción que va a cantar es la mejor, es la genuina. Dice que no hay que pensar. Como si el pensamiento no fuera uno mismo. Como si el pensamiento fuera un alien externo a nosotros. Como si lo que habita en mi ser, en mi psiquis fuera realmente yo. Lo que sale de mí, lo que aparece, el fluido de conciencia es sólo lo genuino.

 No puedo escribir más.  El debate de la pureza de la escritura irrumpe intempestivamente. La escritura me evade de este momento y me permite no intervenir en la realidad, en lo que me rodea.  La pureza de la escritura discrimina y se vuelve intolerante y totalitario y dueño de la verdad. Y la verdad no existe,  y menos en el inconciente y mucho menos en el arte.

por los cadáveres

*Maximiliano Provenzani

Por los cadáveres de todos aquellos sobre los que nos estamos meando en este momento. Por ellos. O por todos los que no aceptamos que recordamos. Festejamos, celebramos, reímos y compartimos. Lo que sea. Los que seamos. Porque pensamos que nos redimimos; porque pensamos que los continuamos, y en ese imperfecto acto nos regalamos a nosotros mismos la trascendencia. Y nos equivocamos, porque por más demonios que creamos ser, seguimos siendo marionetas. Y eso es un problema. Una emergencia. En caso de emergencia desangre una bestia sobre el mantel, así me dijeron una vez. Y parece ser que festejar está bien, que festejar es normal. Normalidad, el tema es la normalidad. Somos las fieras que morirán. Ojalá nos encuentre el final mirando descuidados por una ventana. En ese final sabremos que todo fue mentira y que los excesos y los esfuerzos y la constancia y la dedicación y el talento y la memoria y la percepción y el amor y el dolor y el regocijo y la permanencia y la rebelión y la compasión y la razón y el remordimiento fueron ilusiones que se nos acabaron demasiado tarde. Por todo eso. Por lo inconexo. Por lo inefable. Por lo espontáneo. Por lo salvaje. Por lo que estamos reunidos ahora, en ronda, en ritual, en confabulación. Y todo saldrá bien y nada saldrá mal; porque nos queremos creer que todo funciona de esta manera. Porque siempre quisimos ser Bukowski, y porque  lo único que conseguimos fue mearnos en los pantalones a la salida de un bar. Recuerdo la bestia y recuerdo el mantel. Y quiero festejar y quiero desvanecerme, quiero volver a ser una cosa parecida a lo que me hubiera gustado ser. Es domingo y hay que morir, pero todavía nadie levantó la voz y todo sigue tranquilo en la costa. La costa negra que no querés visitar. La costa negra que te da miedo. La costa negra que avanza temblando durante la noche ganándole centímetros y milímetros a tu propio negro. Parece entonces que todo se acaba en el negro, en la oscuridad. Parece. Pero tal vez no, tal vez el festejo sea real y todo tenga sentido finalmente. Porque un jabalí corre fiero por las playas de la Costa Negra sin importarle demasiado los embates de las olas.


http://cuentochino.wordpress.com/

festejemos

*Emiliano "Alejo Salem" Gonzales

Festejemos
pero todo, la inconsciencia
festejemos los estados arbitrarios
la desazón amarga de un delirio cualquiera
que quiere perpetuarse
festejemos la ceguera antojadiza
la vista por el culo de botella del arte
la parte del león que nos robamos
festejemos la amistad desconocida
el encuentro con la vena exagerada de vino
el ejercicio de mirar y mostrar
festejemos el silencio irrespetuoso
el ancho reír de los recién llegados
de los mal interpretados
de los guacho de los putos todos putos
festejemos las manos las panzas vacías
las cámaras de fotos las esquirlas de anoche
festejemos y que no falte nada
la pena la decencia el desacato
la creatividad la histeria la mentira
festejemos
costa negra cumple años.

http://alejosalem.wordpress.com/

sobre los festejos y la leche.

*Gabriela Cancellaro

La mala leche en la buena noche. Las fiestas un poco frik raras extrañas: un grupo de gente que tiene ganas de hablar de cosas, de boludeces o literatura o de la muerte, lo cual termina siendo lo mismo.

Porque en definitiva todo son palabras, y con las palabras qué hacés, si no le hacés daño a nadie… Solo son palabras. Ojo, por algo dicen que las palabras matan: un sí o un no te pueden cambiar la vida de formas que no te imaginás. Sino pensá en un amor o en la posibilidad de publicar un libro o en cualquier cosa que te parezca importante, que quieras y desees y ahí el sí o el no pesan y cómo. Tampoco nos vamos a mentir. No hoy, al menos.

En esta fiesta se habla de todo, desde los chinos hasta los formatos de un blog. Eso para los que podemos hablar, porque están los que escuchan callados y silenciosos y maduran una idea y se la guardan para escribirla de otra forma en otro momento. De eso también se habla, de los que no pueden hablar. Sin llegar a ninguna conclusión, ojo, porque lo interesante de esto es irse sin sacar ninguna conclusión y que todo siga, de eso se trata todo y cuando digo todo, ustedes me entienden.

Y alguien dibuja, alguien saca fotos y alguien pregunta y alguien responde, y sale una pizza que no dura mucho y todos se caen bien aunque apenas se conocen porque se parte de la premisa de que si están acá son gente copada, gente que va a entender las cosas como creemos que está bueno entenderlas. No que esa sea la mejor forma, ni la única, es la que nos cierra a nosotros los que estamos acá escribiendo y dibujando y festejando porque gracias, gracias, gracias que existe el arte y los que lo queremos practicar, aunque no nos salga y lo único que hagamos sea intentar.

Y alguien que se ríe y todos nos reímos y el día del padre se fue y los padres se van y lo único que tenemos es lo que podemos llegar a decir en el rato que tengamos para decir algo.

Y la mala leche es solo un nombre que quedó en la calle esperando que alguien la quiera dejar entrar, pero esta noche no va a tener suerte.


http://noentiendonada.wordpress.com/

vasos vacíos

*Gastón Dominguez

Claro,

la mitad del vaso.

El vaso con vino. Por la mitad.

Ahora.

Ahora, en este mismo momento,

o sea,

ya,

mientras escribo esto.

Esto.

Mi vaso de vino está por la mitad.

Claro, ahora viene la pregunta:

¿la mitad del vaso vacío o lleno?

Hasta ahora, o sea,

hasta este exactísimo momento,

la mitad está vacía,

pero no estamos vacíos.

Esa pregunta es molesta,

algo así como

“el huevo o la gallina”.

¿Y?

¿Cuál es?

Si la mitad está vacía

es porque alguna vez

estuvo llena.

(la mitad, ahora, sigue llena)

Y todos los que estamos acá,

ahora,

en este momento,

ya, ya,

lo vimos lleno.

Y ahora vacío.

Y todos se ríen.

Y todos festejan.

Entonces, el vacío no es tristeza

 ¿qué es? ¨Preguntás…

es alegría pura.

 El vaso vacío nos dice

que las horas pasan

y no nos damos cuenta.

Hay tiempo de sobra.

(Un alma caritativa acaba de servir más vino)

El vaso está lleno.



http://gastondominguezanriquez.blogspot.com/

de las personas...

*Paula Fernandez Vega




En el intersticio de las personas, en que todas se conjugan de smanera unanime, en realidad, de la unidad de las nociones del mundo, todo se realiza dentro de un mismo limite. Cuando el cotacto - donde un festejo se concreta ern función de nada (y cual fuera el objeto por el que se planteara un festejo? un acercamiento a la finalización del tiempo (cumpleaños) o un acercamiendo a la finalización de la libertad (casamiento) - se exterioriza, la soledad se extingue entre todas las presencias - adjutico a presencia, al significante de presencia, toda percepción del otro que fuera a afirmar: esta persona está en mí, yo la puedo percibir en su plenitud y sus efectos en caso de que estviera un poco sobrepasado de estimulantes mentales - y entonces se disipa, disipo la soledad cuando fumo el cigarrillo que me fumo, cuyo humo se extingue apenas lo expulso, no le doy tiempo a existir ni siquiera fuera de mí, como me ahogo cuando lo contengo y se fusiona con otras percepciones que están al mismo nivel de macanismo: percibir, conceptualizar, horrizar, descartar, regresar a lo absolutamente descartable. El mecanismo que se realiza en este estando - a entender: se personaliza en forma, de modo que todos lo entiendan al menos relativamente - es absolutamente natural. Quizás el más natural de los estados. Concreto, estéril, estupefacto, inmortal. Decidir los adjetivos es una tarea difícil: por eso se escribe.


Si tuvirea que describir una situación, todo adjetivo estaría lejos: el lenguajen o hace más que alejarnos de la realidad, que convertirnos en servidores del lenguaje. Siempre estamos a merced, siempre cayendo, sublevando, realizando en función de, no hacia nosotros, bajo ese concepto tan utópico de finalidad (como si hubiera en verdad una felicidad, como si no supièramos desde la primera razón que estaremos muertos).

La sucesión de palabras que se leee - si es que se ha leído, ya, alguna palabra - es inútil, condescendiente al lector: todo lo dicho fue dicho para decir algo, es decir, para no dejar un vacío silencioso y atemorizante entre el que lee y el que escribe. Entre el que sangra y el que aprieta un paño de algodón contra un codo. Mi codo está herido y no necesita salvarse: en tanto siga extirpando sangre, de mayores nociones - o incertidumbres, que connotan en una real noción de la realidad, que termina en transformarla, que termina en un nuevo comienzo instruido más allá de los límites que desde afuera a nosotros mismos han ido - se va formando. Por eso nunca deje de leer, aunque ya haya dejado. Por eso no abandone la palabra en tanto le haga temblar los huesos: lo vuele de fiebre, lo vuele en una nube grande y gris, que antes se figurara lejos en el cielo, y que ahora se plantara fiel sobre su tierra, dispuesta a llevarlo más allá de las buenas costumbres y de las morales que le indican: sobre la tierra todo está seguro, sobre la tierra y más acá, todo está concreto, asible, puede ser formulado en un texto desorbitante y brontante todo el tiempo de flores azules y marchitas justo en el ángulo sobre el que da el sol 





http://divaguesdiarios.blogspot.com/

Descendencia*

*Carolina Bugnone


Ah, bueno. Festejarle el cumpleaños a un blog como si fuera un hijo.

Es cualquiera.

Como si hubiera nacido, un día, después de gestarse no sé cuántos meses en un recinto oscuro y palpitante, rodeado de líquidos raros, humores desconocidos y estados de ánimo fluctuantes.

Cualquiera.

Como si ese coso literario/cibernético hubiera abierto los ojos al mundo y el mundo lo hubiera mirado, y él hubiera respirado con el aire de esos ojos. Como si ese aire se le hubiera vuelto hacia adentro y lo hubiera hecho escupir nuevas palabras. O incluso crecer.

Como si hubiera cambiado con el tiempo, como si se hubiera ahogado o empantanado, llorado y descansado, corrido y desarmado, trasvestido y desnudado.

Como si le hubieran puesto y sacado ropa, olores, frases, acentos. Como si fuera un sujeto que recibió lo peor y lo mejor de sus padres, sus frustraciones y sus eternos deseos.

Como si se les pareciera.

Como si fuera a perdurar en la memoria de las rutas virtuales.

Como si nos hubiera hecho emocionar, enojar, adorar. Ponerle límites.

Festejarle el cumpleaños a un blog. Como si fuera un hijo. Cualquiera.

http://lasletrasynosotrosoque.blogspot.com/

18/6/11

cumpleaños y maratón


            El día 20 de junio “Costa Negra” cumple 4 años y los festejamos con todos mis amigos más frikis (gente que le festeja el cumpleaños a un blog, imagínense). Nos juntamos en casa el domingo 19 y, a partir de las 00:00hs del lunes, arrancamos una maratón de publicaciones en el blog, con motivo de esta conmemoración. Habrá fotos y videos de los implicados.
           
Entre los invitados confirmados que aceptaron publicarse alguna nota están:

Paula Fernandez Vega: 
Emiliano “Alejo Salem” González: 
Gabriela Cancellaro: 
Maximiliano Provenzani: 
Carolina Bugnone: 
Gastón Domínguez: 
Nicolás Pedrettzi: 
           
            Y algunos más…

            Si los lectores de este blog (por alguna misteriosa razón) desean participar en la maratón de publicaciones, pueden hacerlo enviando su texto a: zalov76@gmail.com

           
            G.